Biodanza: bailando con las emociones.

La biodanza, creada en los años sesenta por el psicólogo y antropólogo chileno Rolando Toro, propone una manera extraordinaria de conocernos más a nosotros mismos y de hacer conexiones más profundas con las personas de nuestro entorno, de vivir en el aquí y en el ahora, de agudizar nuestra inteligencia emocional y afectiva, de reinventarnos para acercarnos a quien queremos ser... Nos propone bailar con nuestras emociones a flor de piel. Danzar, sintiendo la música y movernos según nos plazcla, para así drenar y expresar lo que, tal vez, reprimimos en nuestros corazones.

Los facilitadores, muchos de ellos psicólogos, de dicha terapia grupal buscan trabajar con la parte sana de quienes participan, de amenizar el trágico y poético proceso de la vida misma, estimulando la sensibilidad y guiándolos a ser más asertivos. Todo esto en sesiones donde las caricias, los abrazos, los cumplidos y, por supuesto, la música y el sentir son los protagonistas, promoviendo la confianza y la buena autoestima.

La biodanza es un desarrollo con y para otros, donde no hay jerarquías y rebozan las sonrisas, como también pueden brotar algunas lágrimas ante actividades intensas. La vitalidad, la salud, la creatividad, la empatía y la afectividad, siendo ésta última la columna vertebral de la biodanza, se hacen presentes e inundan el salón donde se practique. Sin duda alguna, es una experiencia que no busca combatir las tristezas ni los problemas, sino ser una herramienta para abrazarlos y abrazar a los de los demás también.

No hace falta nada más que estar preparado para una montaña rusa de emociones y sensaciones, la urgencia de querer armar una revolución en nuestro interior, estar atento y ganas de bailar, sin inhibiciones.

Hoy en día la biodanza se encuentra en la gran mayoría de países latinoamericanos, en Europa e incluso en Asia. ¿Te animas?